De principio, hay que subrayar que el nitrógeno es un gas mucho más estable que el aire convencional al momento de inflar los neumáticos. Por ende, la presión se mantiene mucho más a pesar de la variación de temperatura.
OJO. No es la única ventaja que se presenta. No está de más aclarar que el aire convencional con el cual se inflan las gomas cuenta con un alto grado de humedad, el cual a altas temperaturas aumenta la presión tras la evaporación.
Ahora bien, de la misma manera, cuando las temperaturas son bajas o se lleva bastante tiempo sin darle uso al coche, la humedad se condensa y la presión de los neumáticos vuelve a disminuir.
Por una parte, el nitrógeno está determinado como un gas inerte, que no se inflama, lo cual le aporta mucho más confianza y seguridad que el oxígeno en diversas situaciones. Sin embargo, rsulta que también tiene una propiedad lacónica que evita la oxidación de ciertos componentes de la rueda, conservando mejor las características y la flexibilidad del caucho.
Por el otro lado, el inflar con aire convencional cuenta con varias desventajas propias. Primero, dificulta la meta de mantener una presión estable en los neumáticos, por lo que es recomendable revisarlos una vez al mes por lo mínimo.
Por último, otro dato importante, más allá de que los costos son diferentes, de darse un pinchazo, la preocupación sería diferente al utilizar nitrógeno. Ya que, las moléculas de nitrógeno son mayores que las de oxígeno por lo que cualquier fuga que se pueda producir en un neumático será menor.